Llevo días dándole vueltas a la cabeza pensando si debía escribir o no estas líneas. Al fin y al cabo nunca he sido muy proclive a escribir sobre temas excesivamente personales en este blog ni en ninguna de mis redes. Pero esta vez es distinto.
Quizás por eso me he decidido a buscar fuerzas de donde no las hay y empezar con este texto.
El pasado 20 de abril nuestro compañero Moore falleció a causa de un tumor en el estómago que no habíamos detectado y que en cuestión de 3 horas hizo que su luz se fuera apagando poco a poco hasta no brillar más.
Miento.
No fue el tumor quien realmente se lo llevó, fuimos nosotros quienes
egoístamente decidimos ahorrarle el dolor y sufrimiento en el que se iban a convertir sus últimas horas. Aún hoy dudo sobre si tomamos la decisión adecuada, creo que jamás lo sabré ni conseguiré soltar el peso de esa incertidumbre. Pero no me arrepiento. Moore era un perro fuerte y feliz, no merecía acabar entre dolores y sufrimiento.
Llegó a nuestras vidas hace ya 10 años, allá por mayo de 2008 y fue el mayor regalo que jamás nadie me había hecho. Gracias Puy por permitirme estos años de felicidad.
Moore nació el 5 de marzo de 2008, justo 2 meses antes de llegar a nuestras vidas, y se llamaba en principio "Terry", pero siguiendo la línea que habíamos empezado con nuestro amo y señor
Benvenuto Cellini, decidimos llamarle Henry Moore,
"Mur" para los amigos...
Siempre cuento que
Moore tenía unos 20 hermanos y dos madres, porque cuando fuimos a buscarlo, el criador nos contó que había "juntado" a su padre con dos perras que parieron a la vez y se habían mezclado los cachorros, con lo que nunca supo a cuál de las dos hembras correspondía.
Me gustaría señalar aquí que adquirimos a Moore mediante un criador de perros de caza, no lo rescatamos de ningún lado, ni fue un perro abandonado, pero de alguna manera siempre he pensado que "lo rescatamos" de una vida dura y miserable como cazador. Aún me atormentan las imágenes de perros hacinados en jaulas y colgados de las ramas en los bosques que he llegado a encontrarme en más de una caminata. Conozco cazadores muy cariñosos y responsables con sus perros, pero por desgracia no todos son así.
Cuando nos acercamos a un pequeño recinto lleno de pequeños seres peludos y alborotados, el criador metió la mano y sacó, tirando por la piel del pescuezo, una pequeña bolita blanca con manchas marrones y negras, todo amor y orejas, que nada más mirarnos nos arrebató el corazón.
Tengo cientos de imágenes almacenadas en mi memoria de esos días, pero muy pocas imágenes reales. Siempre he sido una persona que prefiere disfrutar al 200% de los mejores momentos y olvido dejarlos inmortalizados, soy un desastre.
Lo primero que hizo Moore al llegar a casa, tras la correspondiente presentación y aceptación por parte de Cellini
(no le costó mucho, cuando aquello aún tenía sólo 3-4 años), fue aprender cuál era "su sitio".
Recuerdo que Puy y yo comimos
(o quizás era una cena?) ese día mirando todo el rato a aquel peluche que había llegado a nuestras vidas. Nos tenía hipnotizados. No sé qué daban en la tele ni nos importaba, tan sólo podíamos sonreír mientras veíamos cómo Moore había decidido que tooooodos los juguetes que Cellini tenía repartidos por la casa eran ahora suyos, y que ahora buscaba y llevaba al que a partir de aquel día sería "su sitio".
Moore no era perfecto. Era un gran perro, sin duda el mejor que tendré nunca, y no puedo expresar con palabras lo orgulloso que estoy de él. Pero siempre tuvo miedo a la gente desconocida. Jamás sufrió maltratos de ningún tipo, pero en algún momento, seguramente viviendo ya en casa, se llevó algún susto que lo dejó un pelín traumatizado para toda la vida
(por las fechas en que Moore llegó a casa siempre he culpado a las fiestas del pueblo, los cohetes, voladores y fuegos artificiales, a las cuadrillas de borrachines por la calle... A nosotros por exponerlo a eso.). Bien es verdad que en los últimos años, sobre todo después de estar viviendo en Madrid, este "trauma" había remitido en gran medida, pero aún hoy en día se mostraba receloso cuando nos cruzábamos con algún desconocido.
Tardamos mucho en castrarle, lo hicimos ya con 9 años porque en palabras del veterinario "tiene la próstata como un balón de rugby", y el proceso haría que ese problema remitiese. No lo hicimos antes por ninguna razón especial. Era un perro dócil, sumiso, sin especial interés por las hembras y con buena salud. Pero debido a su edad algo fue mal y el último año sufrió de "incontinencias" que solucionamos con unas gotas de medicamento en cada comida. Nada grave.
Me gustaría contarles aquí miles de anécdotas que vivimos con nuestro Moore, me encantaría hacerles partícipes del amor que desprendía mi pequeño hermanito, pero jamás podría acercarme siquiera a una ínfima parte de la luz que transmitía.
Sí, sé que tiendo a idealizarlo, y lo que me queda...
Para mi Moore era algo más que un compañero o un amigo. Era mi mejor amigo, y sé que puedo decirlo sin que nadie se ofenda. Moore nunca fue un "perrihijo" como dicen por ahí. Nunca lo consideré una "personita" y siempre estuvo en su lugar. Pero
era mi hermanito. No hay momento feliz o amargo en estos últimos 10 años que no haya compartido con él. Ni lágrima que no haya intentado lamer. Ni sonrisa que no haya celebrado con ese rabo que movía como un loco....
Pero se fue de repente. No puedo culpar ni enfadarme con nadie. No puedo consolarme pensando que "fue culpa de...". Pero tampoco puedo sacarlo de mi cabeza, de verlo aparecer por la puerta cada vez que miro al suelo, de esperar a despertarme de esta mierda de pesadilla o de que en algún momento alguien me diga que ha sido todo mentira...
No consigo pensar bien si mi corazón está oscuro y triste, no puedo dejar de pensar que ya no haremos juntos todas esas cosas que había imaginado, que ya no estará en mi futuro, que
ahora tengo que construir un futuro nuevo en el que no va a estar él.
Me había hecho muuuchas ilusiones, ya había pensado los trucos nuevos que quería enseñarle cuando llegase el momento. Moore formaba parte de nuestra familia y jamás se me ocurrió planear un futuro sin él. Ahora...
Creo que Cellini se huele algo. Estos días ha estado más "hablador" que de costumbre, y maúlla a veces sin mucho sentido y sin buscar nada en concreto. Incluso parece más cariñoso. No sé cómo procesan la muerte los gatos. Igual ni se ha enterado y espera que algún día vuelva de la guardería. Ojalá sea eso.
Nosotros ya nos hemos despedido de él. Si es que eso es posible de alguna manera. Sus cenizas vuelan ahora junto a los majestuosos buitres leonados del "Balcón de Pilatos" en Navarra, cerca de Estella. Un paraje espectacular en el que podrá oler y rastrear sin parar, que era lo que le hacía más feliz.
O quizás Moore ni siquiera esté allí ya. Estos días he reflexionado muchísimo sobre la vida y la muerte, sobre lo que habrá después de todo esto si es que hay algo. Sea como sea sé que si su energía sigue fluyendo por el universo, en algún momento volveremos a encontrarnos.
Puede que esa vez sea yo el perro y él el animal.
En cualquier caso sólo tengo palabras de agradecimiento para Moore, por tantos años de fidelidad infinita, de amor sin límites, sin condiciones.
Dicen por ahí que los perros acaban pareciéndose a sus dueños, pero mi aspiración era llegar a parecerme un poco a él interiormente.
No puedo sacarme de la cabeza el último paseo que dimos juntos y cómo trotaba a mi lado como si fuera el día más feliz de su vida. No puedo olvidar cómo llegó a casa y estaba feliz y contento porque Puy también estaba allí, porque su manada estaba reunida. Ese brillo que tenía en los ojos me acompañará por el resto de mis días.
La memoria es un monstruo, evoca recuerdos por voluntad propia. Crees que tienes un recuerdo, pero es él quien te tiene a ti. Por eso no quiero olvidarlo, pero necesito dejar de pensar en él. Necesito retomar mi vida, decirle adiós, mirar hacia delante.
No sé cómo hacerlo, pero sacar lo que llevo dentro seguro que me ayudará. De ahí estas líneas, este homenaje al que ha sido mi fiel hermano durante 10 años. También he creado un blog, un sitio donde iré recopilando todas sus fotos y vídeos a medida que las vaya encontrando, un sitio sin enlaces ni widgets, sólo con sus fotos. Un sitio que no compartiré, que será sólo nuestro, de nuestra manada. Un sitio al que recurriré cada vez que la memoria me ataque, que ilustrará mis lágrimas y espero ponga una sonrisa en mi rostro.
También hemos donados sus cosas. Era tremendamente doloroso ver sus mantas, sus juguetes, su cuenco... Y no pudimos pensar en mejor homenaje a nuestro hermano que
donar sus cosas a quien más lo pudiera necesitar.
Están ya en la
Asociación TXIKAS DE ETXAURI, que trabaja por cada perro abandonado en el Centro de Protección Animal de Etxauri (Navarra), donde sabemos que muchos otros perros podrán disfrutar aún por mucho tiempo de sus cosas. Si también quieres echar una mano a esta asociación, su número de cuenta es el siguiente:
BANCO SABADELL 0081 7547 75 0001234830 Iban ES87 0081 7547 75 0001234830 BIC BSA BESBB -ASOCIACIÓN TXIKAS DE ETXAURI
Te aseguro que se trata de un grupo majísimo de personas muy muy comprometidas con esta labor totalmente altruista. Tras dejar las cosas de Moore intentamos dar una vuelta por el local y ver a los otros peludos, pero el corazón se nos partía de impotencia y tristeza, así que nos fuimos enseguida. Quién pudiera hacer algo más por ellos...
Creo que jamás le diré adiós del todo a
Moore. Una parte de él siempre estará conmigo. Siempre me sobrarán dos o más horas al día, las que pasábamos solos los dos paseando y arreglando nuestro mundo a cada paso. Cómo me tranquilizaba, cómo sabía cuándo necesitaba más que nada sus caricias y su tierna mirada.. cómo me conocía.
No sabría qué más contar sobre Moore sin extenderme demasiado... Me hubiera gustado pasar un día más con él, dejarle comer sin límite y subirse a donde quisiera, permitirle dormir en nuestra cama, llevarlo a pasear sin correa hasta las tantas de la madrugada una vez más, como hacíamos en Madrid... Decirle lo bien que lo había hecho y lo buen perro que era, lo orgullosos que estábamos de él, lo mucho que le íbamos a echar de menos. Que esté donde esté ahora me espere, que lo quería mucho, muchísimo.
Que siempre será mi perrito pequeño.
No sé cómo voy a seguir ahora, me cuesta sentarme a trabajar si no está él a mi lado. He cambiado los muebles de sitio con la esperanza de no ir a buscarlo con la mirada cada minuto. Ahora llega Semana Santa y tengo la esperanza de poder distraerme un poco y poco a poco volver a la carga. Pero tengo que ser sincero, me está costando. No he sido capaz de poner música, no quiero recordarle cada vez que suene una canción. Espero que nadie tenga el valor para decirme "era sólo un perro", porque no sabría qué hacerle...
Aunque también sé que gracias a la gente maravillosa que tengo a mi alrededor lo conseguiré. Gracias Puy por estar siempre, siempre, siempre ahí, sé que todo esto está siendo muy doloroso para ti. Pero juntos podemos con todo, ya lo sabes.
Y a ti que lees estas líneas, corre a darle un beso de nuestra parte a tu peludo preferido, o a todos si tienes más de uno, diles que una vez hubo un beagle blanco con manchas negras y marrones que habría sido su mejor amigo.
A mi ya no me quedan palabras ni lágrimas. Estas líneas han sido las más difíciles de escribir de mi vida y sólo han pretendido ser un pequeño homenaje a un amigo. Si has leído hasta aquí, gracias.
Y a ti, Moore, gracias por todo, te quiero bichito.